La violencia que yo llamaba fuerza era mi carta de presentación, además de mi herramienta de éxito en lo social y laboral, este señor como él lo dice “mojándose el culo”, entregándose, mostrándose imperfecto hasta decir no más, poniendo sobre la mesa toda su oscuridad, logró inspirar en mi una confianza que nunca tuve con nadie para abrirme viendo mi vida de porquería y logrando reconocer cuanto daño hacia a los que me rodean y a los que me aman y sobre todo a mi mismo, es un proceso… aún sigo trabajando en mi violencia, la que aprendí de mi Padre, la que hoy veo y reconozco, que ya no niego…sin embargo hoy es diferente no me culpo ni culpo a nadie, me hago cargo y responsable de ella, el verla y reconocerla ha hecho que disminuyan en gran medida  mis agresiones verbales a los demás y que ya no tengan espacio las físicas.

 Salvador - Paraguay - 42 años